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Atril Plata repujada, calada y fundida, y terciopelo sobre alma de madera 32 x 34 x 24 cm Antonio Ruiz Taller cordobés. 1816 Monasterio de Santa María del Valle, Zafra
Marcas:la de Córdoba, la del contraste Diego de la Vega y Torres (VEGA/16) y la del artífice Antonio Ruiz (A/RVIZ)
En la liturgia de la Misa tridentina, para «poner y asegurar el Misal», se disponían atriles a un lado y otro del altar. Es este un mueble movible de madera o metal, con un plano inclinado y otro menor perpendicular, sobre el que se deposita el libro sacro, grande y pesado, para poder leerlo con comodidad. La pieza, que hace juego con la expuesta en la sala 2 del Museo, fue fabricada en 1816 por el platero cordobés Antonio Ruiz el Mozo, uno de los miembros de la segunda generación de grandes artífices de la platería cordobesa. Hijo de Antonio Ruiz el Viejo, fue aprobado por el gremio en 1785. Fueron los de su generación los que comenzaron a abandonar, aunque no sin dificultad, las estructuras y ornato barroco o rococó de las obras de sus padres, para ir adoptando la disposición y líneas neoclásicas que se difundían desde la Corte. El atril está fabricado en madera y forrado de terciopelo rojo; encima lleva chapeadas placas de plata en su color de líneas sencillas con borduras de pomas y guirnaldas clasicistas repujadas. En la parte frontal lleva dos óvalos. En uno se lee «SANTA CLARA» y, en otro, va repujado el emblema franciscano: los brazos cruzados de Cristo y Francisco clavados en la cruz. Es esta una alegoría de la conformidad del santo estigmatizado con las llagas del Crucificado. A san Francisco sus hermanos le consideraban el otro Cristo por haber sido marcado con las llagas de la pasión en el monte de La Verna en 1224.
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