Caña de maíz y papel policromados
163 x 47 x 40 cm
Taller de Tlaxcala, Nueva España (México)
Último tercio del siglo XVIColegiata de Nuestra Señora de Candelaria, Zafra
Se atribuye a los purhépechas o tarascos, pueblo premexica asentado en Michoacán, la invención de la técnica de la escultura en pasta de caña de maíz, que daba tal ligereza a las estatuas de sus dioses que «siendo de la corpulencia de vn hombre mui grande, pesan tan poco, que los puede llevar vn Niño».
Tras la conquista, los frailes, encargados de su evangelización, apoyaron esas técnicas, pero ahora al servicio de la nueva fe. Si se rebajaba el peso de las imágenes su carga procesional resultaba más llevadera para los portadores. Pero para ello fue necesaria, por parte de los maestros indígenas, la asunción de los ideales estéticos y devocionales de la metrópoli. Debido a estas razones, algunas de esas imágenes tomaron el camino de España, desde fechas tan tempranas como 1531.
Entre ellas, cruzó el océano, este Crucificado de la Colegiata, si bien desconocemos por qué y cuándo llegó a Zafra; donde fue adaptado para el ceremonial del Descendimiento y Santo Entierro del Viernes Santo, por lo que nos muestra al Señor como si estuviese aún colgado de la cruz.
Como simbiosis de dos mundos, este Cristo doloroso articulado responde a modelos de la escultura española de la segunda mitad del Quinientos, pero está fabricado en caña y pasta de maíz siguiendo la tradición tarasca: con una longitud de 163 centímetros, pesa tan solo 6,8 kilos.
Y si lo comparamos, tanto en conjunto como en detalles (caída del cabello y tipo de barba o el perizoma), con el llamado “Cristo de Cortés” de la catedral de Tlaxcala (México), resulta evidente que ambos responden a unas mismas manos o un mismo taller.
Por su mal estado de conservación, esta exposición entre otras cosas pretende evidenciar su necesaria y pronta restauración.
Del 27 de marzo al 27 de abril
De martes a domingo de 11:00-14:00 h. y de 17:00-18:30 h.
Galería alta del Museo