PIEZA DEL MES - NOVIEMBRE 2012
Naveta
Inscripción: «DONADA A LA PARROQUIA DE ZAFRA AÑO DE 1923»
Desde la antigüedad, el humo aromático que exhala el incienso al quemarse ha sido considerado como un medio de alabar a la divinidad o un vehículo de relación con el inmarcesible. Por ello, en el salmo 141, el poeta bíblico canta: «Yo te invoco, Yahveh, ven presto a mí, escucha mi voz cuando a ti clamo. Para la Iglesia Católica, que asume la tradición, es símbolo de la unión de los creyentes con el altar y con el sacrificio de Cristo, pero también reflejo de cómo la oblación y la plegaria de la comunidad orante sube ante el Altísimo. En la liturgia de la Misa se usa esencialmente durante el ofertorio y la ostensión de las especies en la consagración; pero también para incensar el altar, los evangelios, la cruz, los celebrantes e, incluso, a la asamblea de fieles. Así, junto al incensario, braserillo en el que arde, el acólito o el monago porta la naveta, un recipiente con forma de nave que lo contiene antes de verterlo sobre las brasas. Del ajuar litúrgico con el que los duques de Feria dotaron a su Colegiata de Zafra, poco quedaba en 1923; por lo que el párroco, tras recibir una generosa limosna, vio la necesidad de encargar la hechura de una naveta, «digna de la parroquia», al platero de la ciudad Leopoldo Sáenz que percibió doscientas pesetas por su trabajo, que entregó en enero de aquel año. Es una pieza historicista, en la que la forma de la caja y el ornato neorrenacentista de su tapa se inspiran en las que se labraban en los talleres de platería zafrenses del Quinientos. |