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PIEZA DEL MES / OCTUBRE 2024

San Judas Tadeo
Papel y tinta
14.4 x 9.6 cm
1855

Monasterio de Santa María del Valle, Zafra

 

 


Entre los doce apóstoles de Cristo, había dos llamados Judas que para identificarlos recibían un epíteto: uno, Iscariote y, otro, Tadeo.

Si en los cuatro evangelios sinópticos, Judas Iscariote es muy citado por haber sido el que traiciona a Jesús, de Judas Tadeo se dice poco. Mateo y Marcos lo llaman Tadeo y señalan que era hermano de Jesús y de Santiago el Menor. Lucas lo nombra como «Judas el de Santiago». Y Juan nos lo presenta formulando una pregunta a Jesús, pero aclarando que quién la enuncia es «Judas, no el Iscariote», para evitar cualquier confusión.

Tras Pentecostés, habría predicado la buena nueva en Siria y Mesopotamia, acabando martirizado a mazazos y su cabeza cortada; de ahí que se le represente con una maza o un hacha, o con una alabarda como vemos en la estampa. También puede portar un libro alusivo a la epístola que se le atribuye.

La devoción a San Judas Tadeo comienza con las Revelaciones de Santa Brígida (1303-1373) que, en una visión, el propio Jesucristo la había motivado a encomendarse con convicción al Apóstol. Un ejercicio piadoso que, con el tiempo, fue convirtiendo al santo en el protector en las causas difíciles o desesperadas.

Esta devoción se vuelve muy popular en el siglo XVIII, cuando se publican novenas para acrecentarla. La estampa expuesta procede del reverso de la portadilla de una de ellas que, aunque publicada por primera vez en 1717, se reeditó en Carmona en 1855.

 

 

 

 

 

 

 

 

Galería alta
Hasta el 31 de octubre de 2024

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PIEZA DEL MES / SEPTIEMBRE 2024

Tembladera 
Plata en su color moldeada y recortada 
6 x 12 cm 
Finales del siglo XVII 
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra 

 

 

 

 


La tembladera es un pequeño vaso de plata de poco grosor que se empleaba para beber. De ahí su boca ancha, redonda, su labio exvasado y las dos asas para sostenerla.

Esta pieza, de sencillas líneas, la labró un platero moldeando una delgada chapa de metal hasta alcanzar la forma curvilínea deseada, recortando las asas de cartones en forma de ge y soldándolas de tal manera que la curva superior sobrepase el borde del recipiente. Tras ser pulida, pasaría el examen del fiel contraste cuyo carreteado, con el que se verificaba la ley de la plata, encontramos en la base, sin más punzones o marcas.

Durante el siglo XVII fue frecuente la producción de tembladeras y abundantes los libros de dibujos de platería que las representan, lo que conllevaba un uso destacado en las casas acomodadas, como explicitan también los inventarios de bienes. Las nuevas costumbres aristocráticas, introducidas con la dinastía borbónica en el siglo siguiente, fueron arrinconando su uso y producción, aunque se mantuvo más tiempo en zonas periféricas.

A partir de entonces, muchas acabaron fundiéndose para fabricar nuevas piezas de platería, pero algunas se conservaron al pasar al uso litúrgico, sirviendo como purificadores en los que los sacerdotes se enjuagaban los dedos antes de dar la comunión a los fieles. No obstante, el formato de la tembladera evolucionó en el catavino o taza destinada a probar el vino de cubas o tinajas.

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Galería alta del Museo
Hasta el 30 de septiembre de 2024
 
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PIEZA DEL MES / JULIO-AGOSTO 2024

Rosas de Jericó 
Madera, tinta, papel, restos óseos y de lacre, un fragmento de tisú y dos rosas de Jericó 
3.2 x 7.5 cm 
Siglo XIX 
 
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra 
 
 
 
 
En el relicario conventual existe una cajita ovalada, fabricada con listas delgadas de madera, que serviría para un envío por mensajería, dados los restos del sello de lacre que la cerraba, y las monjas aprovecharon como contenedor donde guardar «dos flores/ de Jerico», como indica el rótulo decimonónico en tinta, casi desvaída, de su tapa.

Esta flor o rosa de Jericó, conocida científicamente como Anastatica hierochuntica, es una hierba pequeña de tamaño y corta de raíces, que habita en zonas áridas del Próximo Oriente y desiertos del norte de África. Una hierba que resiste tanto la sequedad que es capaz de retraerse adquiriendo un aspecto leñoso y de reverdecer en contacto con la humedad. Cuando se contrae adquiere forma esférica, para guardar sus semillas, y el viento fácilmente puede arrancarla y rodarla, convirtiéndola en una planta viajera que va diseminando sus semillas por estepas y desiertos.

La razón de conservarse ejemplares en un relicario estriba en su consideración como planta cristológica, por lo que también se conoce como flor de la resurrección, al suponer su capacidad de morir y volver a la vida. Alrededor de ella, se tejieron leyendas piadosas como la que habla de que, con la muerte de Cristo, se secaron, muriendo con él, y pasados tres días, al resucitar, volvieron a florecer para anunciar la alegría de su victoria sobre la muerte. También se ha relacionado con la Virgen María y, quizá por ello, se la consideraba propicia para el alumbramiento, colocando alguna sobre el vientre de la parturienta.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Galería alta
Hasta el 31 de agosto de 2024

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PIEZA DEL MES / JUNIO 2024

Alegoría del Sagrado Corazón 
Estampa calcográfica 
Entalladura 
11.6 x 8.2 cm 
Siglo XVIII 
Monasterio de Santa María del Valle, Zafra 

 

 

 

El corazón, desde antiguo, ha sido considerado por los cristianos como un símbolo del amor divino. Ya en el medievo, San Bernardo hablaba del «dulcísimo corazón de Jesús»; pero, hemos de esperar a finales del siglo XVI para ver representada una cardiomorfosis, el corazón anatómico de Jesús rodeado símbolos de su Pasión.

Su culto litúrgico se inicia en 1668 con san Juan Eudes, siendo las visiones de santa Margarita María Alacocque, a partir de 1673, y el auspicio de los jesuitas la base de su devoción. Sin embargo, su iconografía como Cristo cardióforo, el que nos muestra en sus manos o en el pecho un corazón en llamas, no lo hace hasta 1780 cuando el italiano Pompeo Batoni lo pinta para la reina viuda de Portugal.

Entre tanto, las imágenes alegóricas buscarán acrecentar entre los fieles la devoción al Sagrado Corazón. Un ejemplo es esta estampa que nos muestra, en una composición que asemeja la de una custodia u ostensorio, un corazón, que se identifica con el de Jesús por la impronta de la curva y sangrante llaga de la lanzada, la corona de espinas y la cruz, flotando sobre un cáliz llameante entre nubes y brillantes rayos. Una imagen, que se sirve de ciertos símbolos de la Pasión de Cristo, para evocar tanto el misterio Eucarístico como su ardiente amor a la humanidad, hasta el punto de ofrecerse como víctima propiciatoria.

Es probable que esta ilustración, hoy recortada, formase parte de una hoja o de un pliego de cordel, que contendría coplas o composiciones poéticas que revelarían a los lectores u oyentes su críptico significado devocional.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Galería alta
Hasta el 30 de junio de 2024

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